Dicho estudio es el primero de su
tipo en usar un modelo detallado de
energía para analizar la relación entre los objetivos
estratégicos para
mediados de siglo y las probabilidades de obtener los resultados
deseados a largo plazo.
Tal como señala uno de los autores principales, Brian O'Neill,
científico del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica
(NCAR,
por sus siglas en inglés), imponerse objetivos estratégicos para
mediados de siglo puede ayudar a preservar opciones estratégicas
mientras se lidia con los riesgos y costos asociados a las metas
a largo
plazo.
El estudio ha sido realizado con la colaboración de
especialistas del
Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados
(IIASA)
en Austria y el Centro de Investigación de la Energía de los
Países
Bajos.
Los investigadores usaron una simulación informática para
representar
las interacciones entre el sector energético y el sistema
climático.
Comenzaron con escenarios usuales, desarrollados por el Panel
Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático, que
proyectan
las emisiones futuras de gases de efecto invernadero en ausencia
de
políticas climáticas. Luego analizaron las implicaciones de
restringir
las emisiones en el 2050, con varios niveles de reducción.
El equipo se concentró en cómo los niveles de las emisiones en
el 2050
afectarían a la viabilidad de alcanzar a finales del siglo
temperaturas
que no superen en más de 2 ó 3 grados Celsius el valor promedio
preindustrial.
El estudio identifica los umbrales críticos de mediados del
siglo que,
de ser sobrepasados, impedirían alcanzar determinadas metas a
largo
plazo usando las tecnologías energéticas actuales.
Por ejemplo, los científicos examinaron lo que tendríamos que
hacer para
el 2050 con el objetivo de conservar posibilidades a nuestro
favor de
lograr a fines de siglo que el incremento en la temperatura no
supere
los 2 grados Celsius, el valor considerado crítico por muchos
expertos y
que numerosos gobiernos se han propuesto no sobrepasar.
Uno de los escenarios comunes mostró que las emisiones globales
necesitarían ser reducidas a mediados de siglo en un 20 por
ciento por
debajo de los niveles del año 2000 si queremos conservar la
opción de
alcanzar el objetivo final deseado. En un segundo caso en el que
la
demanda de energía y tierras crece más rápidamente, las
reducciones en
el 2050 necesitarían ser mucho más radicales: de un 50 por
ciento. Los
investigadores han llegado a la conclusión de que lograr tales
reducciones es poco probable con las fuentes de energía hoy en
explotación.
Información adicional en:
http://www.scitech-news.com/2010/01/climate-conditions-in-2050-crucial-to.html
Fuente:
http://www.amazings.com/ciencia/noticias/220210a.html