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5to. Paro Internacional Feminista y Transfeminista

Desde el IDEGEM, como todos los 8M, abrimos un nuevo Mes de las Mujeres, aún bajo condiciones extrañas pero firmes en la creencia de que sin igualdad, sin participación, sin la voz de miles de mujeres, niñas, adolescentes, lesbianas, travestis, trans y no binaries, no hay posibilidad de crear un mundo más justo, ni superar los desafíos que la pandemia del coronavirus puso en nuestros caminos.

imagen 5to. Paro Internacional Feminista y Transfeminista

Hay un antes y un después, quizás algo difuso, desde aquellas primeras jornadas denominadas Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. En primer lugar porque las mujeres hemos trabajado el mundo desde tiempos inmemoriales. Lo hemos construido con tierra, agua y fuego. Pero el lugar que se le reservó a todo ese esfuerzo feminizado fue el ostracismo. Hubo grandes gestas en la Historia Universal, y allí hubo mujeres, pero la Historia la escribieron ellos. Hubo guerras, allí estuvimos. Hubo hambre, allí estuvimos. Hubo pestes, allí estuvimos.

Nuestros reclamos han crecido con avances y retrocesos, desde la autonomía personal y la libertad de pensamiento, pasando por los derechos políticos y de ciudadanía, la emancipación de la sujeción de los varones; hasta llegar a los derechos sexuales y reproductivos y la cuestión vital y política de quién cuida a niñes y adultes mayores y sostiene la vida familiar en el plano material. La conquista de espacios para mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries, estuvo y está atada a circunstancias temporales que determinan la forma y la acción, como así también a los mandatos que se quiebran para lograr avances significativos.

Estas demandas han estado latentes a lo largo de muchos siglos, pero es particularmente en el XIX y XX donde pudieron manifestarse de formas más contundentes. Hablamos de formas más organizadas, dentro de partidos políticos o en diversos grupos de mujeres con autonomía de los hombres. Con cada nueva ola de lo que finalmente se llamó "feminismo", se avanzó no sólo en la visibilización sino también en la sistematización de conocimientos y prácticas sociales respecto del rol de las mujeres. En cada etapa se fue haciendo más visible que la perspectiva del trabajo sólo como producción de valor, ocultaba una de las columnas vertebrales de la sociedad.

El trabajo de las mujeres ha sostenido el ámbito privado y público de nuestras vidas, con remuneraciones escasas o directamente sin ningún tipo de remuneración. El reclamo por una distribución justa de las tareas domésticas no es más que un murmullo de quejas aisladas, es ya un grito unánime ante la inequidad probada. Desde el acceso masivo a puestos de trabajo con mejor calificación, la participación en investigación científica, la participación política y social y el reconocimiento de las capacidades productivas de las mujeres siempre se encuentra en conflicto puertas para adentro, allí donde el mandato social todavía impone una doble jornada laboral que resulta desgastadora en extremo. Los varones que históricamente han ignorado este aspecto fundamental de la reproducción de la vida cotidiana, comienzan tímidamente a ver que desaprender privilegios y distribuir responsabilidades, es una tarea urgente de la que deben ser parte a conciencia.

Particularmente el golpe dado por la pandemia de Coronavirus, dejó al descubierto sobre quién recaen con más peso las tareas de cuidados. Jornadas laborales extenuantes, repartidas en trabajo formal virtual, acompañamiento a hijas e hijos en las jornadas escolares, limpieza del hogar y preparación de alimentos, compras, pagos y toda esa carga mental que con tanta pericia, pero no sin dificultad, hemos sabido llevar adelante las mujeres en general. Esto en un hogar de medianos ingresos y acceso a determinada tecnología; pero en sectores vulnerabilizados la cuestión se volvió un problema grave. 

Debemos agregar también que a toda la problemática del trabajo formal, no formal y hogareño hay que atravesarlo también por las distintas formas de violencia machista, la cual aumentó en la etapa de confinamiento por la pandemia y tuvo su mayor impacto en las tasas de femicidios registrados en estos primeros dos meses del año, a pesar de la multiplicación de dispositivos de contención que evidentemente no funcionan de la manera esperada.

El 8 de marzo ha crecido contra viento y marea. Lo cierto es que el peso simbólico de la fecha dispara debates y reflexiones por doquier sobre el papel de mujeres e identidades feminizadas, y visibiliza lo que por años se mantuvo oculto: que estuvimos y estaremos siempre, pero queremos que las condiciones materiales de nuestras existencias se tuerzan hasta alcanzar la igualdad. Los nuevos 8 de marzo del siglo XXI vienen en formato de Paro Internacional Feminista y Transfeminista, marcando el claro camino recorrido; haciendo un arco narrativo desde que fue instaurado como fecha para celebrar a las mujeres trabajadoras, hasta la actual toma de conciencia de toda la labor que mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries, aportamos a la sociedad y que aún no termina de ser reconocida.

"Has recorrido un largo camino muchacha", rezaba una publicidad de cigarrillos en los años '70, haciendo lo que mejor hace la publicidad: captar un movimiento en la cultura y convertirlo en producto para vender. Sin embargo, el eslogan sirve aún para retratar el sentimiento de los movimientos feministas actuales, ya tuvimos el siglo XX completo para demostrar de lo que somos capaces ocupando los espacios de los hombres, cuando ellos se fueron a la guerra; reclamando derechos y obteniéndolos; educándonos a la par de los varones y aunque mucho más tarde, accediendo a una educación superior. 

Las sólidas bases sentadas por los movimientos feministas del siglo pasado, impelen a ir por más y sin perder tiempo. Este nuevo momento, con nuevos desafíos, sube la vara para que no olvidemos que todo lo obtenido en materia de derechos para mujeres y disidentes sexuales, se ha conquistado con movilización, esfuerzo y luchas colectivas.

Conocé la agenda de actividades del Mes de las Mujeres en la UNCUYO

 

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