Pelear por Ni Una Menos es contra todas las violencias
Cuando hablamos de violencias hacia nosotras, es inminente la palabra desigualdad. En los últimos años en nuestro país y con el impacto de las crisis, la feminización de la pobreza y la precarización de la vida se profundizaron. En los últimos 6 años desde aquel primer Ni Una Menos, vemos cómo el saqueo y los designios de los entes de crédito internacional como el FMI, rigen la economía. Esto supone grandes penurias para las mayorías trabajadoras y populares.
En el marco de la pandemia del COVID-19, en las llamadas primera línea contra la crisis, las mujeres son protagonistas. Las que aun con un trabajo asalariado, no poseen ingresos que equiparen el costo de la canasta básica. También son las mujeres y disidencias, quienes en los últimos dos años, según indica el propio INDEC en su comparativa entre el primer trimestre del 2019 con el del 2020, quienes registran un aumento en la desocupación (13,1%) y precariedad. En el mundo, ya se habla de un retroceso de 10 años en términos de inserción laboral.
Desde el gobierno provincial, continúan los ataques a las trabajadoras, con salarios congelados, paritarias cerradas y contratos basura. Por su parte, el gobierno nacional no escatima esfuerzos en negociar la deuda ilegítima, dinero con el que podría generarse un IFE de 40mil pesos para todos los hogares pobres conducidos por mujeres. Sumado a ello, los recortes en los gastos COVID ante una segunda ola previsible, la falta de vacunas y especulación de los laboratorios, hacen cada vez más urgente la liberación de las patentes.
La desigualdad ES VIOLENCIA. Está en los números anteriores y también en lo más descarnado y brutal. Cuando nos arrebatan a nuestras pibas de los barrios populares, como Florencia Romano, nos topamos con un Estado que las invisibiliza y las desprotege. Con su justicia de clase que no hay reforma alguna que le quite ese rol. Abigail Carniel laburó desde pequeña limpiando casas (paraísos ajenos quizás) y la escuela era la esperanza de algo mejor, contó una de sus profes. A esta hora, su familia la sigue buscando, por eso exigimos la emergencia en violencia de género con medidas concretas, no declaraciones de intención.
Nunca nos regalaron nada. Por eso salen a luchar trabajadoras de la salud, educación, las precarias, las desocupadas, las de los movimientos sociales. Las obreras de la recuperada La Terre. Las obreras vitivinícolas y su histórica rebelión. Y de ejemplos de lucha, en Neuquén las trabajadoras de la salud junto a la comunidad, en reclamo de sus derechos pusieron en jaque uno de los principales intereses capitalistas, el petróleo de Vaca Muerta y ganaron. Nuestra historia tiene un camino marcado por la insubordinación, la subversión y la rebeldía. Sabemos luchar y ganar!