El agua como recurso celosamente cuidado fue uno de los aspectos que tuvieron en cuenta tres alumnos secundarios para diseñar un proyecto para construir casas sociales y ecológicas. Ganaron un concurso regional y llegaron al segundo puesto a nivel nacional entre las escuelas técnicas que se presentaron. La idea es continuar con el proyecto para que finalmente se concrete. Orientados por el arquitecto Sergio Mut, quien da clases en la escuela técnica General San Martín (4-029) del barrio Aeroparque de Las Heras, los chicos fueron delimitando los puntos básicos de su trabajo.
“Cuando llegaron las bases del concurso nacional organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación sobre construcción de viviendas ecológicas y sociales, se las transmití a los alumnos, y ellos aceptaron ponerse a full a trabajar”, contó el docente.
El punto de partida del concurso fue la investigación de sistemas de construcción alternativos a los tradicionales (ladrillos y cemento). El grupo de estudiantes de sexto año con orientación en maestro mayor de obra, entre otras, está integrado por Rafael Villanueva (20), Abel Gutiérrez (19) y Alejandro Lacier (20). Ellos detectaron que en la producción de los ladrillos se utiliza mucha agua y que es una industria donde hay dudas en cuanto a las consecuencias ambientales que produce.
Mut aclaró que durante todo el proceso se tenían en cuenta los estándares de seguridad, habitabilidad durabilidad de las casas. “En general, las viviendas sociales tienen créditos a veinte años. Pero los materiales no son tan durables en el tiempo. Por eso tuvimos en cuenta ese punto”, explicó el profesor de las materias Presupuesto y Cómputo de la Construcción y Gestión de los Procesos Constructivos.
Los chicos plantearon un proceso de trabajo que incluyó la búsqueda de información, conectarse con los sectores productivos como las pymes o industrias afines, además de los institutos que investigan como el INTI, la UTN, la UNCuyo y Conicet.
El objetivo fue vincular el mundo académico con la educación técnica, para, finalmente, plasmarlo en la sociedad. “Este discurso ambientalista de la protección de los recursos no renovables no había llegado a la educación técnica. Es una manera de incorporar en los maestros mayor de obras este cuidado de los recursos y del medio ambiente”, comentó el arquitecto.
AHORRO DE AGUA. Abel contó que las investigaciones los llevaron a los materiales que podían utilizar y cuáles podían ser reciclados. Un ejemplo de ello son las botellas pet y el barro de mármol que desechan la fábricas. Otro de los participantes, Rafael, dijo que tuvieron en cuenta otros materiales regionales, como cañas y rollizos. El bloque de suelo de cemento es el principal insumo que se utiliza para la construcción de viviendas. Es como un adobe que, a diferencia de estar compuesto de barro, paja y guano, está normalizado con un molde que se repite para que sea previsible su comportamiento (con la misma cantidad de elementos) y tiene 5% de cemento. Pero la tierra sigue siendo el principal componente.
El equipo aportó que el agua utilizada para construir los bloques de cemento provenga de los barros descartados por las fábricas marmoleras. De esta manera se ahorra agua potable y se evita que las 50 marmoleras de Mendoza tiren sus desperdicios (restos minerales que se vuelan o son absorbidos por las napas) en zonas como Corralitos o el piedemonte.
La estructura es igual a la de una casa de hormigón armado, pero ellos redujeron el presupuesto de 125.000 a 103.000 pesos. Esto les sirvió para obtener más puntos. Además, incorporaron un calefón solar de la UNCuyo –Energe– (ver aparte), mientras que las viviendas del IPV no lo tienen. El techo de las casas del IPV es una losa de hormigón armado que consume mucha energía y agua. Pero ellos armaron uno liviano con una estructura de palos rollizos, que están habilitados, y una capa inferior de caña y botellas pet, para una mejor climatización y economía.
FUENTE: Diario El Sol Online
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